Tras el tumbo

domingo, 2 de setiembre de 2007

Reflexiones a propósito de una efemérides

Podemos fijar los orígenes de Internet a fines de los años 60 (1969 – ARPANET, red de uso militar), es decir a poco menos de 40 años (38).

La WWW, protocolo que va sobre Internet, es la parte más vistosa y amigable de la misma. En constante progreso, con imágenes de alta resolución, videos y animaciones, tuvo su origen recién en Noviembre 1990 – Suiza – CERN. Es decir que tiene menos de 20 años.

Los Blogs, la forma más sencilla y asequible de publicar información en Internet tienen su origen en el año 1994. Sin embargo eran muy primitivos y recién alcanzan este formato amigable y sencillo, extendiendo su popularidad a partir del año 2002. Hoy se calcula que hay más de 75 millones de blogs en el mundo y crecen a razón de varios miles por día.. Por ello, podemos fijar en 5 años la edad de los blogs.

Los Blogs, hoy por hoy constituyen la cresta de la ola de Internet, y habiéndose celebrado su día el 31 de agosto, fecha establecida recién desde el 2005, creemos pertinente reflexionar un poco sobre el gran invento que ha hecho posible la web, los blogs, you tube, google, wikipedia, second life y demás.

Internet es una de las invenciones más extraordinarias de la humanidad. Quizás hacemos mal al referirnos a ella en forma exclusiva, pues quien sabe, no hubiera alcanzado el mismo desarrollo sin la revolución tecnológica y digital que se da a su alrededor.

Si el desarrollo digital ha hecho posible el desarrollo tecnológico y este a su vez el desarrollo de Internet o viceversa, es un discernimiento que podemos dejárselo a los especialistas. Nosotros queremos detenernos en dos aspectos que nos parecen fundamentales en el desarrollo de Internet, que los consideramos su mayor aporte y beneficio a la humanidad, pues si bien no nacieron con ella, si bien ya existían y no son creación o producto exclusivo de Internet, han sido llevadas a un grado superlativo por este medio.

Estos dos aspectos son: el “aprender a aprender” y el “aprendizaje colaborativo”.

Nunca como ahora estuvo tan al alcance de cualquiera el conocimiento humano. Toda la sabiduría humana está al alcance de un clic. Es verdad que todavía hay millones de seres humanos que no tienen acceso a Internet, que ni si quiera la conocen, pero al menos teóricamente aún los más pobres, con una razonable inversión del estado podrían tener acceso a toda esta información.

Permítanme por un momento la licencia de hacer abstracción de todos estos millones de seres humanos que no tienen acceso a Internet, o mejor aún, suponer que se ha cristalizado el proyecto OLPC –del Instituto Tecnológico de Massachussets- destinado a dotar de una Laptop a todos los niños del tercer mundo, inmediatamente podremos ver como a nuestros pies se abre un bastísimo océano de información, en el que a penas si estamos tocando la orilla.

Gracias a Internet todo ese océano está ahí, a nuestra disposición. Podemos obtener todo el provecho que nos es permitido de él, o quedarnos en la periferia, distraídos con unos cuantos videos, unas fotografías, unos juegos, un par de canciones y el intercambio de palabras sin sentido con un ocasional interlocutor. Es verdad, Internet también nos puede ofrecer mucha distracción, pero si nos quedamos en eso, nos perdemos lo más importante. Sería casi como ir a la más grande biblioteca que podamos imaginar y quedarnos ojeando una revista de historietas de los Simpson.

O, como asistir a un gran banquete, en el que están servidos los más exquisitos manjares y dejarnos distraer, perdiendo la perspectiva, la visión general de todo lo que allí nos espera, y abotagarnos con el maní dulce o con el “popcorn”. Al final, nos llenaremos, si, pero no nos habremos alimentado y mucho menos habremos obtenido el mayor provecho posible. ¿Habremos hecho lo mejor? La verdad es que no.

Tal vez la fuente más grande del conocimiento humano la tenemos allí en Internet. Entonces lo que tenemos que hacer es ir allí premunidos de una actitud que nos ayude a aprender. Debemos aprende a aprender.

Si vamos a Internet con un objetivo claro, con un propósito constructivo, aprovecharemos todo el tiempo que invertimos en el. podemos estar seguros que aprenderemos, y mucho. La experiencia diaria nos muestra que cuando uno va con un objetivo a Internet, cuando uno navega en pos de alguna información, normalmente la encuentra y con creces. Lo importante es saber buscar, saber preguntar, saber navegar, saber contactarse.

Si, he dicho contactarse, y es aquí precisamente que se encuentra el germen del aprendizaje colaborativo potencializado por Internet. Es que junto con el poder navegar, Internet te puede poner en contacto con millones y millones de personas con las mismas inquietudes que tu. Normalmente estas personas están agrupadas en comunidades, grupos o listas, a las que puedes acceder manifestando tus inquietudes y de las que puedes salir cuando quieras. Estos son pequeños centros de intercambio de información que te permiten depurar tu búsqueda o llegar finalmente al conocimiento que buscabas. Muchas veces son el atajo que necesitabas.

De este modo, premunido solamente de tu cuenta de correo, te puedes adentrar cuanto quieras en el océano de la información, hasta encontrar vetas riquísimas, que te darán más conocimientos de los que podrás digerir. Así, como los antiguos navegantes, en tu bitácora, puedes ir marcando las direcciones de las páginas o de las personas que te han ayudado para alcanzar tus objetivos. En reciprocidad, seguramente, tú también harás lo mismo cuando alguien acuda a ti por ayuda. Esta es la mejor expresión del aprendizaje colaborativo que facilita Internet.

Podemos conceptualizar la vida como una gran carrera a la sima de una montaña. Todos los que viven junto a nosotros, en nuestro tiempo, en nuestro hoy, participan en esta carrera. Todos, todos están tratando de subir y llegar a la sima. Pero contrariamente a lo que muchos piensan, mucho más rápido suben los que ayudan a subir a otros. Esa es la gran lección que te da la vida y también Internet. Y es que el que da la mano a los que la necesitan, a los más débiles, a los más cansados, luego también es ayudado por otros. Esa es una la ley de la vida. En cambio, el que trata de subir solo, pisoteando a los demás, poniendo trampas, engañando, o tratando de inventarlo todo, a la larga se queda solo y solo es imposible alcanzar la cumbre.

Este es un mensaje bíblico que además parece estar inscrito en nuestros genes, y que Internet, creación humana, también lo reproduce. “Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía, la encontrará” (Lucas 16,25). Y qué cosa es “perder la vida por causa del Señor” sino mirar a nuestros hermanos y tratar de darles una mano. Los más grandes progresos alcanzados por la ciencia en los últimos años se deben precisamente a la posibilidad de intercambiar descubrimientos, cálculos y resultados brindados por Internet. Es una actitud de apertura. Es prodigarse, antes que aprovecharse.

El progreso mismo de los recursos destinados a facilitar la publicación de información en Internet es una muestra de este aprendizaje y desarrollo colaborativo. El software, es decir los programas que sostienen el intercambio de información en Internet, es decir, los cimientos mismos de la Internet, son una creación colectiva. Nadie es dueño de Internet. O si queremos verlo de otro modo, todos somos dueños de Internet, porque es una creación colectiva y es esta colectividad la que le permite seguir creciendo y evolucionando, prescindiendo de las grandes corporaciones e incluso a veces muy a pesar de ellas. Tal es el caso, por ejemplo, del sistema operativo Linux, cuyo uso se viene extendiendo por todo el planeta y seguramente en muy pocos años habrá de destronar al Windows de Microsoft. Este es un verdadero prodigio del que podemos aprender mucho.

Hoy, cualquier persona o institución, en tan solo 5 minutos y sin ningún costo puede poner información en Internet, agrandando y enriqueciendo este basto océano. Gracias precisamente a estos recursos de uso libre puestos a su disposición. Habrá que aprender a aprender nuevamente, reformulando nuestras estrategias, nuestras aproximaciones, nuestro estudio. Pero el material está allí, esperándonos.

Tu decides si te adentras intrépidamente en el océano, siguiendo las indicaciones de tus profesores, de tus padres y de personas adultas bien intencionadas, o si te quedas en el Chat, en el hi 5, en los juegos, en la música y los videos. Hay muy buen material de distracción en Internet, incluso sana. Pero si te quedas tan sólo en la distracción, te estás perdiendo la esencia, el verdadero valor de Internet.

Hay toda una montaña que escalar por delante. ¿Serás de los que se quedan al pie, explorando la primera roca que encontraron delante o por el contrario apretarás el paso, sin peder de vista la cumbre y los hermanos que te acompañan, para darles una mano y otras veces, recibir su apoyo, para subir y subir y subir….

De ti depende. Todos tenemos una misión en esta vida y es alcanzar la sima de esa montaña. Entonces tanto debes hacer uso de las cosas que te rodean en cuanto te ayuden a subir, y alejarte de ellas, en cuanto sean un lastre.

Internet será una ayuda en tanto navegues con un objetivo constructivo y será un lastre del que debes alejarte, si te lleva por aguas turbias o te mantiene a la deriva, sin rumbo fijo, en aguas estancadas.

Recuerda, de ti depende, hay una sima que escalar. Vienes, o te quedas.



Arequipa 03 de setiembre de 2007.